martes, 4 de octubre de 2011

Finales Felices

Tranquilos, Showtime no me está pagando mucho dinero para que promociones sus series. Supongo que tampoco necesitan hacerlo. Pero quiero hablaros de "finales felices" y me gustó mucho la escena final del capítulo séptimo de Californication:
"Está muy bien eso de hablar de finales felices, pero cuando una persona no está a la altura, si siempre la caga, supongo que tarde o temprano tienes que decirle "que te jodan" o mandarle a la mierda..."


Estoy con ese adorable personaje. Pretendía yo, no hace muchos meses, instaurar en mi vida el final feliz al precio que costara, como decidido a subordinarme, de una vez por todas, a algo que no fuera superfluo. Faltaron esfuerzos y sobraron ganas.

Exilio. Encontrarse lejos del lugar natural. Hay un lugar natural... y lejos, dificilmente, se alcanza un final feliz. Hablo de estados del alma no menos que de estados fisicos. Se entenderá que a tantas jodidas millas de estar bien (Tarantino dixit) no se produzca la suma. Olvido, además, que mi perfil nigromántico envidia las cosas rectas, las pulcras maneras y el sentido del orden. Otra vez, ando aquí configurando lo de mi identidad, que lo sepáis.

Pero algo más tiene que intervenir en el final feliz. La conciencia del fin. El metafinal. Sucede que, viendo la película Largo domingo de noviazgo, pensaba muchas veces en el final, pero no sólo en el de la propia película, ni en el de la apasionada Mathilde, pensaba en un final desprovisto de tragedia, pensaba en mi final. Y es verdad, aunque ahora no hablemos de los mismos telones, que debemos tener previsto el fin, el fin de lo que sea. Más amador que amante, nunca supe ver los finales.

Happy Ending.



2 comentarios:

  1. "Quien hace tanto ruido, que ni deja ver las islas que van quedando" (Valllejo)

    Ya era hora, caro Dieguins, de hablar de este final; final de aquel telon, de aquella tramoya y de aquese concienzudo actor que nuca supo jugar su papel; tan abajo se encontraba de la huera altura. Pues la conciencia del fin no es sino conciencia sempiterna, sin fin; nuevas aguas vendran a nuestros pies, acallando el feral fulgor de ascuas mal (p) ardidas, consumidas de estupor. Lo necesario, solo saberlas venir, solo saberlas ser.

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  2. Te delatan los acentos gráficos del teclado francés. Gracias, Amigo, siempre por tu luz.

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