sábado, 15 de febrero de 2014

Aceptemos



Aceptemos que el beso es la forma perfecta de comunicación, que implica alta metafísica y supone conocimiento centesimal de lo besado. Que supera la parábola maravillosa del abrazo y del poema. Que a fuerza de matices, lo expresa prácticamente todo. Que silencia el grito y la música si emana de lo sincero. Que Cyrano de Bergerac dejó escrito que es un juramento un poco más cerca, una promesa más precisa, una confesión que necesita confirmarse, un apóstrofe rosa sobre la i de ‘te idolatro' y que tenía razón porque escribió mucho de la mentira y porque excluyó de sus tragedias a los dioses.

Aceptemos que los dioses existen, de echo los únicos que existen. Que no van a las discotecas, ni utilizan taparrabos, ni cultivan su esperanza en las horas de entrenamiento. Que se pueden ver, por ejemplo, en la rutina de un autobús urbano o estudiando en pijama para un examen de Derecho Procesal. Que son piezas perfectamente esculpidas para alumbrar al mundo. Que les va la vida en desentenderse y no necesitan alabanza de su nombre. Que son dignos de la más santa seriedad, dijo Cortázar.

Aceptemos que Julio Cortázar ha hecho la más bella traducción de las Memorias de Adriano. Que vio a Teseo como al gran fascistas de la antigüedad y creyó en el Minotauro que, encerrado en aquel laberinto, era un desterrado poeta. 

Aceptemos que el poeta no se define en la palabra. Que su curso natural no tiene normas ni está adscrito a un verso de once sílabas. Que puede castigar en el silencio, como Sumo Pontífice en el ritual, por ejemplo, de una caricia. Que todo en él es memoria y metáfora. Que se puede permitir declarar solemnemente, ante la humanidad, que la dependencia puede ser un destino, que siempre se colocaba en el lugar del bar que más le favorecía, odio y amo, no quieras escuchar como taladra tu olvido mi sien. Que nunca habla en favor de la mentira.

Aceptemos que la mentira lo enturbia todo. Que Dante asocia el concepto con la máxima traición, que escribe de si mismo cuando suplica al Hado: ¡Apártame de la vía de la mentira, hazme la gracia de tu ley! Que en ciertas culturas, ni siquiera las piadosas, te evitan la pena de muerte.

Aceptemos que la muerte sea un trago necesario para curarnos de tanta vida. Que no hay besos, ni dioses, ni Cortázar, ni poetas, ni mentira. Nada. Aceptemos que sea Nada.

sábado, 30 de marzo de 2013

Verso y adverso, definiciones subjetivas



Verso es el momento en que tropiezo solemnemente con un poema de un autor desconocido: "mañana es el principio" - comienza-  "Alfa". Verso es despertar en la naturaleza sagrada de cuatro cuerpos que se han cruzado y me han elegido a mí, mortal de entre todos  los mortales, para desvelar sus sueños, ora misterio ora pasión. Verso es una canción de Nina Simone que despeja tanta mentira y que me repiten los oídos tantas veces, tantas veces, tantas veces. Verso es el nombre de un vino carísimo que bebí profanamente de unos labios púrpura. Verso es "llévame a casa que quiero versarte toda la noche". Verso es lucir abiertas las marcas del combate. Verso es un dato preciso elaborado por el gabinete de cualquier gobierno, a veces milagro. Verso es hablar sobre cualquier tema trascendente una tarde de mucho ruido y cerca de un abismo.

Adverso, al contrario, es cruzarse cara a cara con la música débil de otros tiempos. Adverso es un verso de váter (tras la puerta) como: "Llámame, quiero comerte la polla". Adverso es cubrir el torso de un poeta con tácticas de novela rosada. Adverso es un crujir bélico, vastas batallas, guerras de mundos. Adverso es todo cuanto no muere en mis brazos, amor que ya busca atletas más rápidos, más altos, más fuertes. Adverso es, sobre todas las cosas, un vértice en una pequeña ciudad de provincias que ha dejado sellado a tantos hombres, silencios de siglos. Adverso es acostarme solo esta noche fría de marzo. Adverso es escuchar que Tintoretto es un pintor mediocre del Renacimiento Italiano. Adverso es que, a mis veintiocho años, no comprenda absolutamente nada de la vida. Adverso es perderse en vagas historias, por ejemplo la que termina: "lo sé, morirse es una putada".

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Conquistar el paraíso



We knew there are times when Eros wants no witness.
JAMES LAUGHLIN

¿Cómo nombrar la gloria de tu delicada inocencia dormida entre mis brazos? Algo así como apresar este súbito instante en el recuerdo. Es otra vez la carne desprovista del ropaje del invierno. Es otra vez un bronce encendido dulcemente despertando, acariciando... Se encienden entonces las lámparas de la noche, los sonidos, las palabras de la noche. Ojalá se detenga el tiempo, que yo pueda ver cómo colocas tu boca sobre mi boca, que te entienda cada beso. Ser vulnerable. Que no existan más fronteras entre tu cuerpo y mi cuerpo que tu piel y mi piel. Y entregarnos sin testigos al amor. Pero, ¿cómo nombro tu inocencia entre mis brazos? ¿Con qué palabras puedo suficientemente bien hablarle a mi memoria de este suave sueño que envuelvo? Todo es nuevo y es tierno. Prometo que no he olvidado las lenguas, las palabras... pero esta noche, solamente esta noche, voy a conquistar el paraíso en silencio.




lunes, 24 de septiembre de 2012

Otoño temprano

Caían sentencias en mis manos
con tanta precipitación como estas hojas
todavía de septiembre.
Palabras de hombres buenos
traducidas de lenguas muertas.
Eran látigos de verbo a todos
los excesos del verano
cuando tú y yo quedábamos dormidos
bajo la noche sola.

2
Un vendaval de sílabas siniestras nos sacuden
las cabezas. Apenas 
un humo cían de melancolía
en todos los racimos donde habita
la embriaguez futura.
Y como entonces, yo rindo mis límites 
a toda su majestad.
Soy demasiado vulnerable
al otoño tempano.

3
Quiero colocar mi boca en todos los finales
de tu piel desnuda.
Descansar tibiamente
en tu abrazo incendiario.

jueves, 5 de abril de 2012

Propaganda del buen humor



Escribía Ortega y Gasset en uno de sus ensayos que las potencias del mal están muy interesadas en instaurar dondequiera el mal humor. Saben que un pueblo donde el mal humor se establezca es un pueblo destruido, aventado, pulverizado. Y pienso que tiene mucha razón y que, sin embargo, ese mal humor no puede venirnos mal del todo si consigue no ensordecernos. Porque el fin del mal humor que se pretente instaurar no es otro que cegarnos los oídos. ¿Pero hay alternativa al mal humor? Yo creo que sí.

Hace poco menos de un año que me he convertido en ferviente propagandista del buen humor. Ya lo era del buen amor, pero ahora lo soy también del buen humor. No quiero emplear el verbo 'luchar', ni la preposición 'contra' porque son las señas más utilizadas por mal humor. En cambio, voy a usar 'construir' y 'con'. Dice la RAE de 'construir' que significa "fabricar, edificar, hacer de nueva planta una obra de arquitectura o ingeniería, un monumento o en general cualquier obra pública" y de la preposición 'con' algo así como que "denota el medio, modo o instrumento que sirve para hacer algo juntamente y en compañía." Me ahorro todos los significados peyorativos que implican el verbo "luchar" y la preposición "contra" y argumento toda mi propaganda del buen humor con sus antagónicos significados.

Esto no quita que considere que se pueden hacer las cosas de forma radicalmente distinta. Este buen humor no extingue mi espíritu heterodoxo y radical. Pero se pueden hacer cosas grandes sin "luchar contra" el mal humor. ¿Hay algo más radical que apaciguarlo, deconstruirlo, abrir vías para el entendimiento...? Y en ello estoy dejando más minutos de los que tengo y soportando más decepciones de las que puedo. Pero trato de no distraerme con las artimañas y los métodos del mal humor, evito que cumpla su objetivo, para que se cumpla el mío. Tened siempre presente que están muy interesados en arrebatárnoslo, quitárnoslo con violencia y fuerza para destruirnos.

Y si ladran, Sancho, es que estamos caminando.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Yo confieso


Yo confieso que los bares de castañuela y promiscuidad nunca me han satisfecho, o nunca me han satisfecho del todo. La soledad es un trago que no termina de embriagarme, me derrota en cada una de las noches en que vuelvo a casa por el camino más largo, como evitando los síntomas de lo que no me espera al llegar. Apenas puedo decir las cuatro letras de tu nombre sin que un temblor de incertidumbre me recorra el dorso. "Eres tan inocente como yo..." escribía entonces, cuando los frutos de mis imsomnios los traducíamos en verbos obscenos y terribles.

Llevo días dándole vuelta a un pensamiento tan oscuro que te asustaría. Es un drama trágico, como todas nuestras historías, pero no hay vencidos ni episodios de nigromancia.

Yo confieso que hubo días felices como en las películas...

viernes, 9 de diciembre de 2011

Una lengua secreta



Aquí os dejo una traducción muy mala que he hecho sobre un poema del gran James Laughlin, espero que lo disfrutéis como lo hago yo.

Desearía yo hablarle a tu cuerpo
con menos sutilezas. Me refiero a
Una lengua tan directa como aquélla
Belleza que se merece. Por supuesto,
Cuando nosotros hacemos el amor hay
Comunicación de caricias, dedos
Sobre la Carne, labios en profunda
Carne, pero estoy seguro de que tiene que existir
una especie de idioma, cuerpo en el cuerpo,
que es aún más profunda que tanta
Superficie de contacto, una lengua que
Yo no he aprendido o no he aprendido
de forma suficiente, tantas veces como
lo he intentado. ¿Alguna vez dominaré
esa Lengua Secreta para ti?

miércoles, 26 de octubre de 2011

¿Cómo se hace para vivir una vida vacía?


 

Le pregunto a vos, al muchacho francés: ¿cómo se hace para vivir una vida vacía? Me viene al recuerdo esta excepcional película de Campanella y el drama de Ricardo Darín porque, como escribí en una crítica para filmaffinity, adoro los personajes que quieren enderezarlo todo al precio que cueste. Pero no me va la aplicación práctica a mis días, la experiencia me anima a no probarlo. Más cuando a mi mismo me prometí que cambiaría el tono de nostalgia y melancolía por palabras polvorientas que diría el gran Pepe Hierro, en una tarde cualquiera: diferencial, tintero, razonamiento, factura... (¿Te acuerdas de aquel recital?)

Pero tono-cambiado, la pregunta sigue torturándome. Comenzar de cero. Partir de la nada y tener presente que, como dijo Hegel, "la vida es resultado". Aunque algunos resultados no terminen por satisfacernos. Se ofrece como posibilidad siempre el suicidio, pero lo descarto por sangriento o nauseabundo, también siempre. La vida eremítica de gran literatura me obliga a demasiada consciencia y, quieras que no, la descarto por aburrida. Incluso en su vertiente religiosa, siempre dí para cura o fraile aunque no me vayan los patriarcados. No, no valgo para casto eremita, ni para cómplice de mi asesinato. Entonces, ¿cómo se hace para vivir una vida vacía? ¿Es suficiente quemar los pasados que duelen? Lo que sé, porque me lo has descubierto tú, es que acercarse al cadáver para confesar amor eterno, no es saludable.

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

César Vallejo

Los hinduistas atribuyen al Universo ciclos regulares de creación y destrucción. Casualidad o no, anteayer soñé que me incineraban en el Ganges, hoy que renacía en el monte de Olimpia, completamente griego. Me lo voy a tomar como una profecía de octubre.

Reflexión In Extremis para el muchacho francés

miércoles, 19 de octubre de 2011

La evolución abortada



Darwin en la botella de Anís del Mono
"Los hallazgos de Darwin, resumidos, vienen a decir que, después de cinco mil millones de años de evolución, y dejando atrás al chimpancé por un pelo, el hombre ha venido a dar en dependiente de zapatería, limpiaparabrisas o funcionario."
F. Umbral
Hasta aquí hemos llegado. Digamos que hasta la constatación oftalmológica de que nuestra evolución biológica, no demasiado clara en el panorama folclórico español, camina paralela a una involución social, económica y cultural de características notables. La prueba está en las tardes, de lunes a domingo, en Telecinco o en cualquiera de los subterfugios TDT de la marca. No puedo explicarme de otro modo los aplausos a la turba vociferante de co-ladradores. Todo ello, bajo la seña de un gobierno desorientado y a punto de padecer la política de venganzas de la derecha más crecida y arrogante de Europa, en la comparación no cabe Berlusconi, por cierto, padre putativo de Telecinco.

Hace un par de años, dediqué un tiempo importante al estudio filológico de los cuentos populares en la literatura clásica de carácter oral. De Polifemo a Harry Potter, vale decir de Homero a J. K. Rowling, las conclusiones fueron sorprendentes: en el contenido no hay evolución sino innovación y en las formas, una involución mayúscula. Ulises y Polifemo tienen los mismos conflictos y las mismas inquietudes, casi hasta las mismas palabras, que los protagonistas de los cuentos de Perrault, o que Harry y Voldemort. La diferencia es que ahora va todo recubierto en una cáscara de nadería y excentricidad y además, hemos apartado a la Poesía y a los Poetas al espacio de lo marginal siguiendo las doctrinas platónicas al pie de la letra. Sin saberlo, nos hemos apartado a nosotros mismos de lo sublime y, por tanto, de la evolución social, económica y cultural.

¿Que cómo hemos innovado? Prostituyendo las nuevas tecnologías al amparo de los premiados efectos especiales, Deus ex machina, y de la castración del sentido estético y la capacidad del terror y la conmiseración del consumidor, antes expectador o venerable público, de cuentos. Hasta aquí hemos llegado. Hasta la profanación de lo más intrínseco al Ser Humano: el placer psicológico de las pasiones que nos procura lo bueno y lo bello (kalós kai agathós).

Sin duda que me aplicaré el "cuento" en primera persona. Pero me conformaría con que la evolución fuera, por ahora y simplemente, un cambio de actitud social.

jueves, 13 de octubre de 2011

De una progresiva retirada de la verdad en el mundo


Encandecer: Del lat. incandescere. Hacer ascua hasta que quede como blanco de puro encendida.
Cómo alegra el día, sin querer, encontrarse en el diccionario definiciones tan amplias. Así he comenzado el día, enamorándome de una palabra. Encandecer. Quiero hablaros del Amor, o mejor dicho: quiero hablaros otra vez del Amor, del primero.

Albert Camus dijo que la verdadera desgracia es no saber amar. En esto argumento toda mi infeliz experiencia. Unas veces no he sabido amar, las menos. Otras veces, no me han sabido amar, la más importante, la primera. Infeliz. Una vez, en clase de teoría de la literatura, el segundo año de Universidad, la profesora me llamó infeliz y quedé bautizado en esta extraña religión. (No quiero extenderme en esta larga historia y en todo lo que vino después, que fue, por qué no decirlo, una causa muy dichosa). Yo todavía no lo sabía pero iba a gustarme mucho ser un infeliz.

El amor... Una brasa encandeciendo muerte,
pero sólo aquel nombre que hizo amarga tu vida.
P. García Baena
Aquí uno de los motivos que ha propiciado esta entrada. Y digamos, por ser extremadamente finos, que en el segundo verso de este poema se aloja el otro motivo. Voy a quitarle dramatismo: no es sólo un nombre lo que ha hecho infeliz o amarga mi vida. Sería un honor injusto responsabilizar de todos mis males a un nombre, ¿cómo era aquéllo de Saint-Exupery de que al primer amor se le quiere más y a los siguientes se les quiere mejor? De esto, he sido víctima, pero víctima necesaria como verdugo necesario que fui. Pues eso.

Sucedió allá por los primeros años de este siglo. Reconozco que no era el amor y me seducían los ojos letales. Otoño, como ahora, y apenas pude saludar cuando caminaba militante hacia la salida de un centro comercial por entre todas las pestes del mundo. Después las horas más brillantes de mis días, el serrallo dorado de Italia, la lluvia esmeralda de un septiembre de lágrima y la noche silente de las bocas... Me enamoré por costumbre. Mejor por frecuencia.

Llegaron más tarde las otras lágrimas y gemía a otros cuerpos, no solamente yo.  Me hablaba con las palabras del trapecista, con el titubeo miedoso de quien intuye el fárrago. De pronto, una progresiva retirada de la verdad en el mundo. La mentira inundó con nocturnidad, reincidencia y en los arrabales de lo decente. Volviendo al principio, que el amor no sea brasa encandeciendo muerte.

Por costumbre también se puede dejar de amar. Lo mejor es que ya estoy preparado para hacerlo mejor aunque tú ya sé que no.

Salud.